Hacía tiempo que quería escribir algo sobre aquellas nuevas incorporaciones al diccionario de la RAE. No tenía claro como escribir esto en un blog que versa sobre el mundo de las marcas, pero otras nuevas palabras muy ingeniosas que aparecen en algunos anuncios y que seguro acabarán en el diccionario me lo han puesto fácil.
En octubre del 2014, la RAE incorporaba al español perlas como amigovio, papichulo o nocaut. Esta última la he visto en la prensa con tilde en la a en las crónicas del combate entre Mayweather y Pacquiao.
Hasta aquí hemos llegado. He tomado la decisión de olvidarme de la RAE y regirme por el sentido común y el buen gusto. Ya sabemos que el uso hace el lenguaje, pero me resisto a pedir unas “almóndigas” en público. Ah, como viene en el diccionario, se puede. Sí, se puede, pero quedas como un palurdo. Dentro de nada pediremos también “cocretas” con las “almóndigas” en el club de campo.
Entraron palabras como gorrilla, botellón, blaugrana… Estas no me parecen mal, ya teníamos palabras catalanas como capicúa (cabeza y cola) o peseta.
La tecnología también nos ha aportado palabras tan estupendas como “cederrón” por CD-ROM, ya que en un alarde de agilidad, la RAE incorpora las palabras cuando el concepto comienza a estar obsoleto. También existe “disquete” y ya no lo usa ni el tato. Por la misma regla de tres deberían haber aprovechado e incorporar “deuvedé” o mejor “blurrai”, y – ¿por qué no? – “güesebé”, “blutuz” y “güifi”.
El mundo de la cosmética es el más ingenioso inventando palabras. Ahora ya a nadie le extraña un producto “dermatológicamente testado”. Para mí eso significa que ha otorgado testamento en la consulta de un dermatólogo, cuando eso se hace de toda la vida en el notario. Para sustituir “comprobar” o “comprobado” ya se puede decir “testado”, “testar” y “testear”, pero no “testeado”.
La firma L’Oreal nos sorprende con el cepillo “millonizador”. Un invento tremendo que consigue pestañas frondosas como la selva amazónica. Y ahora anuncian una crema que retexturiza y matifica la piel. Trago el retexturizado pero no el matificado (que debe ser quitar brillo o que te bebes la crema en infusión como un mate argentino). Y además nos ofrecen un “serum” ideal de la muerte que con ese nombre se vende más caro que un suero y muchísimo más caro que un potingue.
La pasta de dientes Colgate Max White One contiene unos sensacionales “iluminadores ópticos” (no van a ser táctiles) “clínicamente testados” (tampoco van al notario) que (sic.) producen una espuma azul que ofrece un efecto temporal que deja tus dientes con una apariencia más blanca al instante desde el primer cepillado. No sabemos si el efecto temporal es de unos segundos o aguanta hasta el siguiente cepillado.
La ultima perla de la pronunciación anglosajona se la lleva el Oral B 3D White, que en el anuncio llaman “Oral B, Tri-Di Guait”. Lo que no entiendo es lo del TRI-DI. O dices “Three D”, en inglés (zridí pondrá pronto la RAE), o dices Tres D, pero el engendro del “Tridiguait” queda muy casposo.
En cualquier caso, aplaudo la imaginación del sector, el magnífico diseño de casi todo lo que hace Procter & Gamble, responsabilidad de mi exjefe y amigo Phil Duncan y animo a mis colegas a ser un poco más respetuosos con la lengua de Cervantes.