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Las virtudes que escasean

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Gracias Javier. Hoy te escribo este artículo con la libertad que me da el hacerlo como un columnista más, sin representar a ninguna empresa. La extraña decisión que ha tomado Landor me otorga este nuevo privilegio. Habría que pensar que el artículo debería versar sobre marcas, ya que es de lo que suelo escribir, pero sólo nombraré una al final. Porque Yorokobu es una revista inusual y diferente. Cualquier cosa que añada valor tiene cabida en sus páginas. Y tú eres una persona que añade siempre valor a todo lo que hace. Te dedico estas líneas como regalo de cumpleaños y aunque tengo también cosas que agradecer a muchas personas por estos días, hoy no cumplen años, así que hoy eres el protagonista.

 

Tú aúnas una serie de virtudes que hoy escasean. Tienes una mente analítica y brillante, pero sobre todo eres capaz de escuchar y aclarar mis ideas con gran facilidad. En estas semanas he tenido dudas sobre qué hacer con mi vida, y como parte de la reflexión tomé un tren a Barcelona para verte. Eres generoso, y así rompes en mí el tópico que esconde esa virtud que tienen muchos catalanes. Esa generosidad te hace aparcar tus obligaciones para dedicar un día completo a quien lo necesita. Y esa misma generosidad, unida a la sinceridad del amigo te hace renunciar a posibles planes que quizá beneficiarían a tu empresa para aconsejarme lo que crees que es más correcto.

 

Además de tener estos valores que escasean, y cuya escasez estoy convencido de que es la raíz de la actual crisis económica, sabes aplicar tu amplia experiencia en el mundo de los servicios para dar buenos consejos. Sin conocer el sector en el que me he movido durante los últimos años, ves con claridad lo que la mayoría de agencias de publicidad y marketing no ven. Un buen equipo de branding proporciona a una agencia importantes ingresos por servicios complementarios al branding. Y ves la polivalencia de los que nos hemos dedicado a esta tarea.

 

Sabes indicar los defectos sin hacer daño y enfocándolos en positivo, para animar y mejorar a los que tienes alrededor. También consigues subir la autoestima de forma sutil y con muy buen humor.

 

Admiro cómo has sido capaz de mandar a paseo a las multinacionales para dedicarte a organizar conciertos de música y montar dos exitosos bares de copas, a la vez que creabas una magnífica empresa de servicios profesionales a partir de un nombre que nació como un grito de desahogo. Gracias a eso te has convertido en dueño y señor de tu vida.

 

También has sido capaz de dejar de correr con la moto como un insensato (¡a la fuerza ahorcan, amigo!) y has aprendido a disfrutar de la vida y del mundo del motor sin arriesgar.

 

Y de esa misma forma pausada e inteligente has sabido afianzar en mí unas ideas, que aunque estaban ahí, andaban desordenadas tras el mes más desagradable de mi vida profesional.

 

Ahora estoy seguro de que el futuro es muchísimo más luminoso de lo que me imaginaba antes de tomar el tren, y de que los cambios van a ser para bien.

 

Por todo esto te dedico este humilde regalo. Sólo me queda agradecerle también su trabajo a una marca: Shoei. Es la marca del casco que te salvó la vida, y que contempla orgulloso y silente comidas y cenas de amistad desde lo alto de la máquina de tabaco de “El Caliu”.

 

Dedicado a Xavier Mocholi

Socio de Rest Forderest